OPAC;cuando los usuarios prefieren visitar la estantería
Imagen: Mundaneum, por Marc Wathieu
Lo hemos visto decenas de veces: usuarios que, conforme entran por la puerta de la biblioteca, ignoran absolutamente el ordenador del OPAC y se pierden entre los fondos. ¿Por qué pasan de la valiosa herramienta que se les ofrece? Yo creo que los OPAC podrían ganarse un poco mejor a los usuarios.
Las necesidades de los usuarios
Lo cierto es que los usuarios tienen muy distintos motivos para ir a la biblioteca, y localizar un libro concreto no siempre es uno de ellos.
Los usuarios no siempre tienen una NIC o una NIOP listas para resolver en la biblioteca. A veces sólo quieren mirar los libros y dejar que éstos les evoquen deseos y emociones antes de decidirse por uno de ellos (algo así como ir de compras, pero con libros). Puede ser que vayan a buscar una lectura para un viaje corto;o que quieran ver cómo se organiza el centro. Quizás quieran saber si hay sección de videoteca;o cuántos días dura el préstamo.
Los OPAC, que estamos acostumbrados a ver como simples buscadores, podrían responder también a estas necesidades y a muchas más. Por otro lado, sí que suelen añadir a sus resultados cierta información innecesaria y extraña, que a la mayoría de los usuarios no les sirve de mucho. En otras palabras, falta concordancia entre las necesidades de los usuarios y la oferta de características de los OPAC.
Según el centro, los medios, y el software utilizado, los OPAC ofrecen características estupendas, como crear tu propia bibliografía a partir de una selección, o tu propia alerta de novedades. Pero aunque las características avanzadas estén muy desarrolladas, creo que habría que cultivar más las características básicas. Podríamos decir que falta usabilidad.
Terminología bibliotecaria
Botón del OPAC, desde el punto de vista del usuarioComencemos por lo de OPAC: los usuarios no entienden esa palabra. Podríamos empezar acercándonos a ellos llamándole simplemente "Catálogo". Lo de online y public access hoy es ya absolutamente redundante y si, además, está en unas siglas, es imposible de adivinar.
Los términos "signatura topográfica", "depósito", y mi favorito, "desiderata"... ¿no tienen un aire decimonónico? En mi opinión, alternativas como "ubicación", "descatalogado", y "solicitud de adquisición", serían mejor recibidos por los usuarios.
Exceso de información
Es muy improbable que el usuario necesite conocer el Nº de Copia o el código ID.A veces los usuarios llegan al mostrador con un código en una notita, sacado del OPAC, que ni el personal sabe lo que significa. ¿Hace falta que el OPAC informe al usuario del código interno de identificación de ejemplar, o del número de préstamos que lleva? Son datos que quizás tengan valor para los profesionales del centro, pero éstos no son los destinatarios del catálogo público, y tienen sus propias herramientas de consulta.
Otro dato que me parece realmente curioso por lo antiguo y persistente de su uso es la altura del libro, rigurosamente expresada en centímetros, como dicta la norma. Dependerá del tipo de centro y de colección, claro, pero, en general, ¿cuántos usuarios habrán tomado una decisión sobre un libro basándose en su altura?
Defecto de información
¿Por qué no es algo normal ver las portadas de los ejemplares en los resultados del catálogo? Y qué tal esto: buscar por color. Es sorprendente la cantidad de usuarios que recuerdan un libro por el color de sus tapas, pero esa opción nunca está disponible.
Algo falla en la navegación
Las webs de las bibliotecas se estructuran de una forma convencional hasta que se llega al OPAC. No hay submenús en el OPAC. No hay enlaces estructurales. Todo son formularios, elementos desplegables, y filtros;y resultados, claro. ¿No serían más legibles, por ejemplo, unas pestañas con el tipo de material (Libros, Revistas, DVDs, …) que un desplegable de "Formato"?
Dialnet informa de su cobertura tipológica sólo con mirar el menú principal, y de entrada, ofrece dos buscadores distintos para resultados distintos.
En vez de considerar al OPAC como un "módulo", un programa externo insertado en la web, o peor, simplemente enlazado, se le podría integrar en la web del centro de una forma más sutil, formando parte sus opciones de las opciones normales de navegación, y con un look & feel indistinguible.
¿Google ignora tu OPAC?
Probablemente cada obra no tenga una página con una URL propia. Lo cierto es que no sería tan difícil. Así, los usuarios podrían añadir sus obras a marcadores. Esa misma página podría tener su propio feed RSS;un feed por obra. Feedly, o su lector de suscripciones preferido, les avisaría inmediatamente de cuándo se queda disponible un ejemplar. Muchas bibliotecas realizan este aviso de forma manual, lo cual es genial para usuarios no conectados, pero innecesariamente lento para usuarios tecnológicamente actualizados.
Otra consecuencia agradable de tratar los contenidos del OPAC como contenidos web es que al buscar libros en Google los usuarios no encotrarían sólo librerías online y Google Books, sino también las páginas de las bibliotecas. ¿Suena bien? Con un poco de geolocalización, además, la comunidad bibliotecaria de cada barrio estaría mejor conectada con su centro. De verdad que estas propuestas no son tan difíciles de implementar. La pregunta no es si se puede hacer, la pregunta es por qué no se hace.
Signaturas topográficas
El OPAC de la UPV proporciona directamente el plano de ubicación del libro al pulsar sobre la signaturaSi después de usar el OPAC hace falta consultar un plano en la pared para saber dónde está un libro, es que no se está aprovechando mucho la tecnología. La función de la signatura topográfica, para el usuario, es indicarle dónde se encuentra un documento. Pero la situación ha evolucionado y hay otras formas de mostrar esa misma información.
Aquellos centros que tienen un SIGB comercial y siguen anclados a funcionalidades pre-web, ¿no merecen algo más por el coste de sus licencias?
Ordenación por materia y número currens: estos libros no están desordenados. Los ejemplares del libro de marketing se encuentran separados por una cantidad arbitraria de libros;en este caso doce, pero podrían ser cien.Buscando la mayor facilidad para el usuario y ahorro de tiempo al catalogar, hay centros que optan por una fórmula de ordenación excesivamente sencilla, que puede conducir a que dos ejemplares de un mismo libro se coloquen separados, lo cual, desde mi punto de vista, acaba reduciendo, en vez de aumentando, la facilidad de localizar los ejemplares.
Control de autoridades
La lista IWETEL está llena de discusiones sobre los nuevos perfiles en los que encaja el documentalista pero que acaban copando otros profesionales como informáticos y periodistas. Bien, pero, ¿qué pasa con los viejos perfiles;no éramos expertos en information retrieval?
Con la facilidad de acceso a la información que proporciona la Web a cualquier usuario, las bibliotecas no pueden permitirse una interacción digital defectuosa. Desconcertarlos con resultados incongruentes que les devuelvan varias entradas autorizadas distintas para lo que, inequívocamente, es una sola persona o una misma materia conduce, probablemente, a perderlos como usuarios.
Aunque una entrada figura como preferida, las otras dos no se han borrado del sistema, ni se han enlazado a la principal, de forma que ofrecen diferentes listados de documentos
Es el caso clásico de rapidez contra calidad. Se pretextará que un control de autoridades eficaz tiene un coste muy elevado. ¿Cuál es el coste de administrar libros que nadie encuentra? ¿Cómo justifica su existencia la institución si no cumple sus objetivos de base?
Enfoque centrado en el usuario
Un sistema de sesiones totalmente innecesario expulsa amablemente a los usuarios del OPAC de la XLPV.El OPAC no es una herramienta para usar sólo en el centro;es también para usarlo en casa. Démonos cuenta de que, puestos a buscar información, el usuario acude a Google en primer lugar. Ante ello, se puede competir con Google, o bien cooperar con él.
Si se opta por competir, el OPAC debería formar parte de una web impecable y aprovechar todos los conceptos previos de navegación que ya tienen los usuarios. Y por supuesto, necesita incorporar un buscador de primera. Si se quiere cooperar, se debería "abrir" el contenido, dando a cada obra una URL propia, como ya se ha comentado, y entonces Google se convertirá en una pieza más del OPAC, incluyendo los ítems del centro entre sus resultados.
En mi opinión, ambas estrategias conducen al final a un resultado mejor para los usuarios y, por tanto, para el centro. Mi duda no es cuál estrategia elegir, competir o cooperar, mi duda es por qué no se elige ninguna.